Cristina Barroso Pidal

Camara.es

 

Directiva del Grupo Torsa, Directiva de Albahida Decoración

Soy licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y tengo un master en dirección de empresas por el Instituto Internacional San Telmo.

Una vez que me licencié, hice prácticas durante unos meses en un despacho de Abogados en Málaga, y después de una estancia de nueve meses en Alemania en un curso de inmersión de alemán, estuve tres años trabajando en un despacho de abogados en Marbella en el que, tanto los dos socios del despacho como todos los clientes eran extranjeros (principalmente alemanes). Aquí me sentí muy cómoda y reconocida en todo momento, y mi jefe me trató siempre de igual a igual a pesar de mi falta de experiencia en la materia ya que era prácticamente recién licenciada (nos dedicábamos principalmente a compra ventas) y de que, aunque hablaba el idioma alemán, el no dominarlo completamente era un impedimento para desarrollar algunas áreas concretas del día a día del despacho.

Me fui de Marbella a Sevilla porque me surgió la oportunidad de trabajar en un despacho especializado en las energías renovables, especialmente la energía eólica, y esto significaba introducirme en un mundo no sólo legal, sino también empresaria, algo que siempre me ha atraído. Los clientes del despacho eran empresas muy fuertes y conocidas a nivel nacional, y el tiempo que trabajé allí me dio la oportunidad de conocer a mucha gente de perfil muy diferente y de viajar continuamente (diferentes puntos de Andalucía y Madrid y Barcelona), ya que mis desplazamientos eran semanales.

Este mundo sí era un mundo de hombres, en el que prácticamente no me relacioné con mujeres, por lo tanto mi presencia en él provocaba, cuanto menos, curiosidad. La mayor parte del tiempo trataba con ingenieros de telecomunicaciones, y estos son, en su mayoría, hombres. Por otro lado, los Directores y Presidentes de compañías con los que tuve que trabajar también eran hombres. En estos nueve años he de reconocer que sí tuve un episodio desagradable por el simple hecho de ser mujer, episodio que además tuve que callar porque era enfrentarme a un gigante. Dicen que antes de emprender una batalla, midas la fuerza de tu enemigo, y si tu enemigo es más fuerte que tú, no emprendas la batalla. En este caso mi “enemigo” era más “fuerte” que yo (ocupaba el cargo de Director General en una compañía muy reconocida a nivel nacional). Se sobrepasó conmigo y tuve que callarme.

Sí tengo que reconocer que durante estos años en todo momento me sentí valorada, porque además me especialicé en tramitación de Parques Eólicos (había muy pocos abogados que se dedicaran y supieran de esta materia, éramos tres o cuatro en toda Andalucía en aquel momento), y conseguí ser reconocida en mi trabajo, pero sí viví esta desagradable experiencia, además de que en alguna ocasión tuve que aguantar algún comentario obsceno, comentario que un hombre jamás escucharía de nosotras. Y esto a pesar de ser extremadamente cuidadosa con mi vestuario y de poner siempre mucha distancia con los hombres con los que trataba. La relación con ellos fue siempre estrictamente profesional. Y sí me costó ser respetada, ya que el ser mujer y joven en un mundo de hombres no ayudaba.

Por motivos que no vienen al caso dejé la primera línea de las energías renovables (aunque no he perdido el contacto ya que somos promotores de parques eólicos), y en los últimos ocho años he dirigido una empresa dedicada al interiorismo y la decoración. Este mundo sí es más “femenino”, aunque también trato con muchos hombres ya que mi labor es principalmente comercial. Por otro lado, muchos de los hombres con los que trato son cargos medio-bajos o bajos, e incluso he dirigido a un grupo de hombres. En este caso me he sentido respetada y valorada, y el hecho de tener una jefa mujer no ha sido un problema para ellos, o al menos no lo he sentido así.

En mi día a día trato con hombres y en estos ocho años me he sentido respetada, valorada y cómoda colaborando con ellos en diferentes temas profesionales. Me relaciono de manera frecuente con mis antiguos compañeros del master, durante dos años he formado parte de una Junta Directiva formada por hombres y en el que el Presidente era hombre, y en todo momento me he sentido como una más de ellos.

Mirando atrás puedo decir que mi condición de mujer no ha sido un impedimento para mi desarrollo profesional, en ningún momento he sentido que me ponían trabas por ser mujer. He trabajado en materias muy diversas y con personas de perfiles muy diferentes (tanto hombres como mujeres), conociendo además a muchísimas personas en cada una de las tareas que he desarrollado ya que mis actividades han tenido siempre un componente importante de “relaciones públicas”, y el balance es desde luego altamente satisfactorio. Y habiendo sido los años en los que estuve en el mundo de las energías renovables los que tuve que demostrar que, a pesar de ser mujer y joven, era capaz de desarrollar mi trabajo y además de manera satisfactoria, son los años en los que me sentí más realizada a nivel profesional. Me gustan los retos y fue un gran reto para mi demostrar que era capaz de hacerlo.

Cristina Barroso Pidal
Cristina Barroso Pidal

  Volver a Sabiduría de Mujer