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A menudo se dice que los emprendedores (sobre todo los digitales) pecan de exceso de planificación. Y es posible que haya algo de verdad.
Cualquier manual de orientación empresarial ofrece una larga lista de tareas a realizar antes de comenzar un negocio: comprobar su viabilidad, hacer un estudio de mercado, investigar la situación del nicho al que nos dirigimos, concretar el modelo de negocio, llevar a cabo un business plan, elaborar unas previsiones para los primeros cinco años de actividad...
Sin embargo, en los últimos años, en gran parte del sector emprendedor digital se está popularizando llamativamente un modelo distinto de creación y crecimiento empresarial: es el conocido como lean startup o startup ultraligera.
Esta filosofía de emprendimiento parte de una premisa básica: es absurdo hacer un millón de previsiones antes de haber empezado. ¿Cómo podemos predecir los ingresos a cinco años si no sabemos si el dinero se nos acabará al tercer mes? ¿Cómo podemos teorizar sobre nuestros potenciales clientes si ni siquiera sabemos si les va a gustar nuestro producto?
Salir cuanto antes y hacer cambios sobre la marcha
Por ello, las startups ultraligeras abogan por un mínimo común múltiplo a nivel empresarial: sacar, cuanto antes, el producto mínimo con el que se puede comenzar. Y, a partir de ahí, testear la aceptación del mismo e ir incluyendo diversos cambios en función del comportamiento de la clientela potencial y los números que vamos consiguiendo.
Está claro que, dependiendo del negocio, unas estrategias serán mejores que otras, pero son muchos los emprendedores que valoran muy positivamente el funcionamiento desde una startup ultraligera. Es el caso de Val Muñoz de Bustillo, que abandonó una gran empresa para montar Unikuo.
Aunque ya no estaba en una empresa grande, este emprendedor conservaba los defectos de estas: "Como es normal, yo empecé poniendo en práctica mi experiencia como gestor tradicional. En ese momento, lo del lean management me sonaba a chino y me parecía una forma un poco chapucera de empezar un proyecto", asegura.
Asó, se dedicó a "hacer un completo plan de negocio, buscar informes de consultoras que corroborasen mis supuestos sobre el mercado del lujo, preparar un exhaustivo plan financiero con detalles como el número de empleados que tendría dentro de 5 años y sus salarios, lo que gastaría en teléfono y muchas locuras más".
Objetivo: evitar los despilfarros
No obstante, parece que no fue una buena idea: "Un año después me di cuenta de lo equivocado que estaba. No es lo mismo gestionar un proyecto de baja incertidumbre en una gran empresa que un proyecto innovador con alta incertidumbre en una empresa con pocos recursos".
Al final, la conclusión era demoledora: "el lean startup me parece una alternativa muy natural y lógica para evitar el despilfarro desarrollando cosas que quizá luego vuestros clientes no quieran".
Buscar la versión mínima aceptable
Para el fundador de Toprural, François Derbaix, desarrollar una startup ultraligera pasa por "buscar la versión mínima aceptable. Mejor salir pronto con poco, que tarde con mucho. Lo importante es tener tu servicio funcionando, con clientes reales, para poder mejorarlo junto con ellos. Salir pronto con poco te permitirá desarrollar lo que quieren tus clientes reales en lugar de desarrollar lo que crees que quieren".
Una postura en la que insisten desde Dinamon, donde apuestan por "sacar un producto básico lo antes posible, ponerlo a prueba entre los clientes potenciales y recoger su feedback constantemente para desarrollarlo en función de las necesidades. Eso nos permite verificar la viabilidad en el mercado de un producto reduciendo al máximo la inversión de salida y reduciendo las tasas de fracaso".
El siguiente paso es natural: "Una vez hayas lanzado tu producto y empezado a vender, analiza qué ha funcionado y qué ha ido mal y empieza desde el principio para lanzar nuevas funcionalidades y mejorar tus procesos y tus servicios".
De este modo, aseguran los emprendedores ultraligeros, una empresa puede desarrollar sus servicios de forma ordenada, con gastos asequibles y con unas probabilidades de fracaso mucho menores.