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La presentación de los Presupuestos Generales del Estado -y el aumento de la partida presupuestaria destinada a pymes- volvió a poner sobre la mesa un tema candente en la Economía Real de nuestro país: la dificultad de acceso a financiación del pequeño empresario español. Más noticias en la revista gratuita elEconomista Gestión Empresarial
Y es que, con las condiciones impuestas tanto por los bancos como por las Administraciones públicas para la concesión de créditos, es difícil no sólo emprender, sino mantener la supervivencia de la empresa en los años que siguen.
"Menos rescate a la banca, y más financiación sin aval para que el pequeño emprendedor pueda montar un negocio", pedía hace poco Juan Navarro, director de Formación de la Federación Española de Hostelería, en un observatorio organizado por elEconomista. Y explicaba: "No se trata de regalar dinero a fondo perdido, sino de crear, como hacen en el extranjero, algunos fondos con cierto riesgo de no devolución, para fomentar el emprendimiento. Es insostenible que la situación sea: yo te dejo dinero, pero si tu proyecto fracasa, me lo devuelves con lo que tengas".
El problema, tal y como denuncian desde las asociaciones empresariales españolas, es que los requisitos de acceso a la financiación son demasiado estrictos, incluso a pesar de las líneas de mediación del ICO -Instituto de Crédito Oficial, que suministra fondos a las entidades financieras a un coste inferior al que éstas podrían obtenerlo en el mercado-, lo que deja a la gran mayoría de negocios fuera de su alcance, por no cumplir las condiciones para su concesión.
Tipo de interés
De hecho, y conscientes de ello, se han comenzado a bajar los tipos de interés del crédito bancario, en un afán por reabrir el grifo a la pyme. Así, hace unos días el optimismo inundaba el ecosistema empresarial al hacer público el Banco de España que el tipo de interés de las nuevas operaciones para pymes y autónomos se sitúa ahora por debajo del 5%, una tasa que no se había alcanzado en últimos tres años.
Pero, pese a ello, son muchos los proyectos que se siguen quedando por el camino, y la tasa de mortalidad empresarial española, una de las más elevadas de Europa. Y, para solucionar esta falta de financiación, los jóvenes empresarios se meten en muchos casos a pedir un aval que, aunque permite garantizar la concesión del crédito, suele tratarse de una decisión arriesgada, que muchas veces el emprendedor paga muy caro: respondiendo con su propio patrimonio. Y, al tomar esta decisión, tiene que elegir entre el aval bancario y los de entidades no financieras: las sociedades de garantía recíproca.
De acuerdo con los datos facilitados por Cesgar -Confederación Española de Sociedades de Garantía Recíproca-, entre todas las sociedades de garantía recíproca aportaron durante 2013 un total de 837,14 millones de euros en avales, un dato que, pese a seguir siendo alto, demuestra una caída durante los últimos años, tras alcanzar en el año 2009 la astronómica cifra de dos millones y medio de euros. Además, como también reflejan las estadísticas de Cesgar, el 94% de esos avales se han concedido a empresas de menos de 50 empleados.
Y, si tomamos como referencia los datos relativos a la actividad acumulada por las distintas SGR a lo largo de su vida operativa, en el conjunto de la economía española, sus actividades han representado un montante superior a los 26.600 millones de euros.
Partidas para cubrir avales
"En los nuevos Presupuestos del Estado para el año que viene se ve cómo aumentan las partidas destinadas a fomentar la actividad de las pequeñas y medianas empresas pero, una vez más, siguen sin crear una partida concreta para cubrir avales y garantías a la hora de obtener crédito, que es lo que realmente impulsaría el emprendimiento y la creación de empresas, pues el emprendedor tendría por fin acceso a financiación real", afirma Sebastián Reyna, secretario general de Upta, la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos.
Y en la misma línea se posicionan desde Cepyme, la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa, al afirmar que, pese a valorar positivamente el compromiso con el objetivo de déficit público, lamentan sin embargo la escasa relevancia de los recursos destinados a la inversión y la financiación. Por ello, aseguran que "hubiera sido deseable una mayor intensidad de los ajustes estructurales, con el fin de liberar recursos económicos que apoyen el crecimiento económico y la actividad de las pymes, así como la de los empresarios autónomos".
De hecho, hace apenas dos semanas elEconomista desvelaba que, de los más de 2.000 millones que el Ejecutivo ha presupuestado para las pymes dentro del Plan Crece -de los cuales 1.067 millones van expresamente dirigidos a ellas en la partida Iniciativa Pyme, apenas un 12% de estas notaría su efecto. "La mayoría de estas ayudas están recogidas en partidas más pequeñas para innovación o tecnología, y para concederlas se requiere que la pyme sea solvente y esté asentada, es decir, que tenga cierta trayectoria", explica Reyna.
Cuentas saneadas
De esta forma, para acceder a las ayudas públicas es necesario presentar no sólo un balance financiero saneado y un mínimo de recursos, sino también demostrar que la empresa no tiene pérdidas recurrentes y sí una antigüedad que acredite la estabilidad empresarial.
Es decir: quedan excluidos de estas ayudas no sólo los emprendedores, sino también las micropymes -de uno a nueve trabajadores-, para quienes acceder a las ayudas es prácticamente imposible. Y, con más de un millón de microempresas afiliadas a la Seguridad Social en agosto, no se trata de una cifra baladí. "Con los requisitos establecidos, las ayudas llegan a las que menos lo necesitan, porque son las que ya dan resultados positivos y llevan un tiempo en el mercado", asegura Reyna.
También lo tienen difícil las 129.417 pequeñas empresas que hay en España -entre 10 y 50 trabajadores-, aunque no imposible, pues empiezan a tener ya una trayectoria. Con todo, parece que las partidas potenciarán a la mediana empresa que, contando con una plantilla de entre 50 y 250 empleados, no está tan necesitada como el microempresario, sobre todo si uno de los requisitos es, precisamente, tener beneficios, estabilidad y unas cuentas saneadas.