Empresa e inmigración
31/05/2007
Heraldo de Aragón
Un total de 240.957 inmigrantes establecidos en España trabaja por cuenta propia, lo que supone que uno de cada seis extranjeros ha decidido convertirse en empresario. El 60 por ciento de ellos reside en Madrid, Cataluña y la Comunidad Valenciana y, atendiendo a su nacionalidad, los más
emprendedores son los chinos y los paquistaníes. Por sexos, las mujeres superan a los hombres: un 52.2 por ciento de extranjeras autoocupadas frente al 47.8 por ciento de varones.
Son algunos de los principales resultados del estudio cualitativo El empresario inmigrante en España, publicado por la Fundación La Caixa dentro de su colección de Colección de Estudios Sociales y presentado este jueves. El comercio es el sector elegido por el 30 por ciento de los extranjeros que se lanzan a crear una empresa, seguido por la construcción (16 por ciento), la inmobiliaria (14 por ciento) y la hostelería (11 por ciento). Algunos de ellos optan por negocios étnicos, en los que ofrece productos o servicios enfocados a miembros de su propia comunidad nacional, también establecida como inmigrante en España. Sin embargo la tendencia apunta cada vez más hacia negocios generalistas, dirigidos a la población nacional o extranjera sin distinción.
Según el estudio, realizado a partir de 51 entrevistas en profundidad a extranjeros empresarios, el perfil del inmigrante emprendedor es el de una persona de una media de 41 años (según las altas como autónomos en la Seguridad Social) y que previamente ha trabajado largo tiempo como asalariado
en España, lo que explica que las nacionalidades china y paquistaní parecieran más emprendedoras que otras llegadas más recientemente, desde finales de los noventa.
A la hora de conseguir capital para crear sus negocios, muchos de ellos recurren a financiación étnica, según calificó la autora del estudio, la catedrática de Sociología Carlota Solé. Se trata
de dinero que en ocasiones proviene de una red de avalistas connacionales, entendiendo por tal compatriotas que ya están establecidos en España y que les ayudan a conseguir el crédito que pueden necesitar para invertir en un local céntrico.
Otra de las lineas de financiación son préstamos de sus compatriotas en condiciones muy particulares, basadas en la confianza, detalló Solé, es decir, que el empresario consigue
productos para su comercio sin pago previo al proveedor y le entrega el dinero una vez que ha vendido la mercancía. En otras ocasiones recurren a microcréditos ofrecidos por entidades
financieras.
El estudio destaca sin embargo que, en muchas ocasiones, los locales en alquiler para la creación de negocios que consiguen los inmigrantes son inmuebles abandonados, en los que en el pasado hubo por ejemplo un comercio que un empresario español abandonó, en zonas degradadas o débiles en el
tejido económico, y que ahora se ofrecen a precios bajos. Según Solé, los extranjeros están consiguiendo de ese modo recuperar la actividad comercial o empresarial en barrios con importantes
déficits sociales y urbanísticos, citando como ejemplo Lavapiés en Madrid, el Raval en Barcelona y Russafa en Valencia.
La autora también añadió que, por el momento, en España no existen enclaves étnicos como el Chinatown en Nueva York, es decir, barrios en los que predomine una comunidad extranjera concreta, que regente la mayoría de los negocios del lugar.
La profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona, Sonia Parella, destacó por su parte que este panorama rompe con el estereotipo del inmigrante genérico y evidencia la capacidad de este colectivo como fuente de creación de empleo. Sin embargo, por el momento los negocios creados tienden más a la figura del autónomo sin asalariado, pero no se descarta que en años futuros el potencial de creación de empleo se generalice.
Preguntada por las acusaciones de competencia desleal que hacen algunos comerciantes españoles respecto a los extranjeros, con horari
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