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Son muchos cambios que esta crisis que no cesa, está provocando en las sociedades occidentales y, especialmente, en la española. Cambios sociales, de modo de vida, y de recuperación de valores que creíamos olvidados, pero que se han mostrado imprescindibles, como la solidaridad, el esfuerzo, la formación y la familia.
Y, dentro de este cúmulo de transformaciones y retornos cobra especial relevancia el cambio de cultura que se está produciendo, con reservas pero inexorable, en el mercado laboral.
Un cambio que, instrumentado legalmente en la reforma laboral se encamina en una doble vía: la flexiseguridad y el emprendimiento. En la primera, el objetivo es eliminar las rigideces que han caracterizado al mercado de trabajo en España que, hasta julio del año pasado, seguía rigiéndose por la filosofía general y en gran parte de su normativa por el espíritu paternalista de la legislación franquista. Un anacronismo que obligaba a las empresas a realizar sus ajustes por la vía de la extinción de los contratos en lugar de otras fórmulas como las suspensiones, las reducciones de jornada, la reestructuración o la movilidad. En este sentido lo que ha hecho la reforma es homologarnos con nuestros socios de la Unión Europea y los países desarrollados.
Emprendimiento
Pero, con ser esto importante, el cambio más trascendental que se está derivando de la crisis es el de la evolución hacia la cultura del emprendimiento. Hasta no hace mucho más de un año, la máxima aspiración de nuestros jóvenes, los universitarios incluidos, era convertirse en funcionarios o conseguir un trabajo que les garantizase la permanencia de por vida, o casi. Pues bien, afortunada y sorprendentemente, hoy las últimas encuestas del CIS y de otros organismos, muestran como ya una mayoría de jóvenes apuestan por emprender, por ser dueños de su propio futuro y por convertirse en motores de generación de riqueza y de creación de puestos de trabajo para otros.
Una nueva cultura para unos nuevos tiempos, a cuya expansión garantía de éxito está colaborando la política del Ministerio de Empleo, con medidas como la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven, a la que se va a sumar ahora la prometida Ley de Emprendedores y que, si se cumplen, pueden empujar definitivamente a nuestro mercado de trabajo hacia la modernidad.